Por. : Eddy Skinner, M. A.
Una
nueva forma de democratizar y reducir la crisis de representación o desafección
política es a través de un modelo que incluya la participación de la ciudadanía
en la toma de decisiones como mecanismo de legitimación política. Esto es, la búsqueda de legitimidad institucional con
la participación política por parte de los(as) ciudadanos(as) en la
construcción de las políticas públicas y el bien común.
Ese
sentimiento, en gran medida, se potencializa con las trivialidades y conflictos
difundidos por los medios de comunicación, en detrimento de la práctica de una
política constructiva como reguladora de los conflictos sociales.
Es
muy frecuente que a través de los medios de comunicación se deje en la penumbra
la otra cara de la política, aquella que se evidencia en la defensa del interés
colectivo y la cooperación entre los ciudadanos para conseguir objetivos
comunes, así como la discusión racional de propuestas y argumentos, las
discrepancias que son propias de la democracia participativa; y por el
contrario, se vea la parte mas repugnante de la actividad política, que suele
recibir, casi siempre, mayor atención y exclusividad de los medios.
Es
cierto que la política es una vía reguladora de los conflictos sociales, sin
embargo, si ocultamos con visiones parciales, la política termina siendo menos
comprensible para los ciudadanos.
Esta
responsabilidad no es exclusiva de los medios de comunicación, pues otros actores
de mucha relevancia han de reconocer su grado de responsabilidad: políticos
profesionales, partidos, grupos de intereses, organizaciones no
gubernamentales, movimientos sociales, entre otros, que cuando acentúan la
parte menos amable de la política, la crítica desmedida, el alarmismo
emocional, la consigna vacía, el eslogan sin fundamento, la descalificación al
adversario, el cinismo para conseguir un titular impactante, pero sin
contenido, se propicia y se lleva a la gente y al ciudadano, que ya se encuentran
predispuestos, a formarse una visión mutilada de la política, deforme, poco
entendible, opaca y nada atractiva.
¿Cuál
sería la solución?, es impostergable implicar más ciudadanos en la
participación política,
esto se logra potencializando una acción política de mayor calidad democrática,
más inclusiva y amable, y los medios de comunicación, catalizan la transmisión
de mensajes que pueden incidir en la comprensión de nuestro sistema político,
tan complejo y poco amigable para muchos ciudadanos, pero que en definitiva,
inciden en elevar la confianza y pasar del rechazo de la política a la
recuperación ciudadana. Esto es lo que interesa a los ciudadanos.
Lo
anteriormente expresado rompe con el dilema y la pregunta ¿Es la política una
actividad exclusiva de los políticos? No. La política no es cosa sólo de los
políticos, pues, como afirma Michel Foucault: la política es una actividad
cotidiana, inseparable de todas las demás actividades humanas.
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