Cuando el gobierno egipcio envió a un grupo de arqueólogos para excavar una sección del desierto previamente inexplorada, estaban encantados de descubrir los tesoros antiguos enterrados bajo la arena.
Y vaya, encontraron oro: el descubrimiento pionero no solo dejó a los expertos rascándose la cabeza, sino que también tiene el potencial de cambiar todo lo que sabemos sobre el Antiguo Egipto.
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