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José Francisco Peña Gómez: 27 años después




Al cumplirse hoy, 10 de mayo, 27 años del fallecimiento del Dr. José Francisco Antonio

Peña Gómez, considero necesario dar a conocer su vida y legado, especialmente a quienes

no lo conocieron y lo perciben como un personaje legendario del que solo han oído hablar,

sin haber tenido una visión completa de su fructífera existencia. Por ello, presento

nuevamente este artículo, escrito por mí en el año 2022, dirigido principalmente a la nueva

generación que no tuvo el privilegio de conocerle, y como testimonio de gratitud hacia los

miles de jóvenes simpatizantes que hoy se identifican con sus ideas y con este líder sin

igual.

Magna tarea está de escribir acerca de mi padre, para un hijo que amo hasta el paroxismo a

su progenitor, tratando de hablar de él, apegándose a la verdad histórica, sin caer en una

lisonjearía excesiva, que desnaturalice la visión de los hechos y de su correcto

comportamiento a lo largo de toda su vida.

Todos los humanos tenemos unos más que otros naturales defectos, pero les puedo decir

que mi padre los que tenía resultaban imperceptible frente al montón de virtudes cívicas y

morales del que era depositario, porque más que político, papa’ debió ser cura de pueblo,

pues en él no existía ni una pizca de maldad, más tenía una vocación de solidaridad, y a la

vez de desinterés a lo material, que resaltaba frente a la mayoría de los mortales que he

conocido.

Voy a destacar siendo lo más objetivo posible, como era, actuaba y que nos legó a los que sí

tratamos al inmenso José Francisco Peña Gómez, con el propósito de que las nuevas

generaciones conozcan de cuerpo entero a este revolucionario, la coherencia y honestidad

hecha persona, pues les comparto a la distancia de 27 años, la vida, obra y accionar de este

auténtico dominicano, que amo a su tierra y a su gente, pero que siempre se consideró

ciudadano del mundo, veamos: “PAPÁ ERA 100% DOMINICANO”.

Sus padres también lo eran, solo que eran del color de la noche, al quedar abandonado en el

año 1937, fue adoptado por un par de esposos de tez blanca, que le criaron, cuidaron y

amaron como si fueran sus padres biológicos, Regino Peña y Fermina Gómez, fueron ellos

los que le inculcaron esos valores, y su profunda fe cristiana, que siempre le acompañó con

especial celo, estos le motivaron al estudio y al trabajo, ya que a temprana edad, producto

de la precariedad económica familiar, tuvo que servir de limpiabotas para colaborar con los

gastos del hogar.

Cuentan los que lo conocieron en esa época

Entre los años 1940 y 50 en su natal Mao, provincia Valverde, en la lejana línea noroeste,

que papá se destacaba por ser estudioso, vivaz, pero pobremente acicalado, porque siempre

hubo en él desde pequeño ese interés por vestir adecuadamente, correcto y hacendoso, fue

papá un estudiante meritorio, cuya inteligencia prístina sobresalía sobre los demás,

condición está que le abrió las puertas, a fin de que sus maestros y el propio Director de la

Escuela lo recomendarán, para que sirviera como una especie de monitor, y motivara al


estudio a otros jovenzuelos de la sociedad maeña, y así llegó a parar Peña Gómez a la casa

de los abuelos del licenciado Fernando Álvarez Bogaert.

La casi beata doña, Lola Román de Bogaert, mujer viuda, mística y religiosa, pero con

mucha conciencia social, que llegó a tener 12 hijos y que pertenecía a la familia más

pudiente en ese entonces de esa provincia noroestana, fue doña Lolita como se le conocía,

la que le abrió su biblioteca para que papá abrevara en el mar del conocimiento, instándole

a leer los clásicos casi de manera obligada junto a sus nietos cuando le visitaban o pasaban

temporadas acompañándole, llegados a Mao desde la ciudad de Santiago, donde vivían

como en el caso de Fernando Álvarez Bogaert, compañero de lectura de mi padre, pese a la

diferencia de 4 años de edad que existía entre estos entrañables amigos.

Instructor de alfabetización y maestro rural en su pueblo

Llega mi padre a Ciudad Trujillo en el año 1959 a estudiar Locución en Radio Televisión

Dominicana y a matricularse en la Universidad de Santo Domingo, a la par servía de

profesor del politécnico Loyola en San Cristóbal, donde fue designado como docente por

las excelentes recomendaciones que sobre él hicieron sus maestros, es aquí donde buscando

posada de alquiler, cercano a RTVD, que llegó a la pensión, propiedad de mi abuela

Crisolia, y conoció ahí a mi madre, una valiente, blanca y bella mujer, que fue su

compañera fiel en sus avatares por conquistar la democracia.

Mi padre era cantor, poeta, lector voraz y políglota

Cosa rara en esos tiempos en hombres de color, pero con la chispa política por dentro,

asumió una línea antitrujillista, y bien llegó la comisión del PRD al país, se presentó frente

a don Ángel Miolán, quien a vuelo de águila, reconoció en él dotes especiales, asignándole

de inmediato responsabilidades que lo llevó a ser el presentador del primer mitin que hizo

el PRD en el país con las estructuras trujillistas todavía en el poder, y con su brillante

oratoria, convenció a los que lo vieron, que una nueva estrella acababa de nacer, así se le

hizo saber de inmediato al profesor Juan Bosch, líder en el exilio de los blancos, que desde

que pisó tierra dominicana colocó a su lado a papá, asumiéndolo como su principal

discípulo; de él me dijo mi padre, de don Juan, su maestro y compadre, asumió como

bandera la honestidad y el internacionalismo, condiciones innegables del líder histórico de

los morados.

Papá siempre fue desinteresado

Se negó a ser candidato diputado con apenas 25 años para las elecciones de 1962, que a la

sazón ocupaba el cargo de Secretario de Prensa y Propaganda del PRD, pero que apenas un

año después, pasó a ser Secretario General del partido, a la salida del cargo del doctor

Washington de Peña, un gran amigo de toda mi familia, es ahí el despegue meteórico de su

carrera ejemplar, y de su recio liderazgo, ya que a pocos años era reconocido como el

segundo líder, detrás del profesor Bosch, de esa organización, hasta la renuncia de don Juan

en el 1973 del partido, que llevó al liderato principal a mi padre, que demostró de que

madera sólida y noble estaba hecho, ya que en apenas 5 años destronó del poder al


neotrujillismo, representado en la dictadura híbrida de los doces oscuros años del doctor

Joaquín Balaguer.


¡Qué tiempos aquellos!

Donde hacer política era jugarse la vida, porque las huestes incontrolables del régimen,

diezmaron lo más granado de la juventud dominicana, solo la bravura de mi padre y de sus

inseparables amigos en el PRD le plantaron cara al doctor Balaguer y reconstruyeron el

partido hasta hacerlo opción de poder en el 1978, para llevar en hombros al Palacio

Nacional a don Antonio Guzmán, un hacendado perredeísta de corazón, para el cual mi

padre trabajo como nadie para llevarlo a la Presidencia de la República.

El joven y fogoso líder

Como se le llamaba a papá, no amaba el poder, su pasión y amor era la política, y solo era

celoso con su imagen y liderazgo, era de la escuela europea, donde las verdaderas cabezas

eran los líderes, y los cargos de los gobierno eran efímeros o temporales, les puedo decir

con sinceridad que mi padre temía que el poder desnaturalizaría su criterio, el apoyo y la

confianza popular que nunca defraudaría, es por eso que no aceptó el poder impuesto ante

el fraude colosal del 1994, ante el apoyo resuelto de los norteamericanos, donde nos

expresó a varios de sus más cercanos colaboradores, “que él no era Endara, refiriéndose al

expresidente de Panamá”, que fue juramentado en una base militar de los Estados Unidos,

por razones similares, pero más de corte histórico, se negó al acuerdo del 2 y 2 con el

doctor Balaguer, simple, papá, pese a la oposición de muchos, que queríamos que fuera

Presidente por encima de todo, cosa a la que se negó por su alto sentido histórico, porque

entendió que no podía terminar su carrera en un antihistórico pacto de poder con el doctor

Balaguer, razones de sobra tenía para ello.

Papá era un hombre sin fronteras

Tenía amigos y leales compañeros de lucha a escala planetaria, en los cincos continentes

era reconocido como un gran líder, un internacionalista, un sólido intelectual y mejor

orador, le sirvió a las mejores causas, y desde su posición de Vicepresidente Mundial y

Presidente del Comité de América de la Internacional Socialista, se ganó un sólido

prestigio, consultor de presidentes, primeros ministros, líderes; éste dominicano sin par,

puso en el mapa mundial a la República Dominicana, todavía 27 años después, le recuerdan

sus amigos internacionales con nostalgia y profunda admiración, sabedores de que esos

liderazgos como el de él hoy son inexistentes.

Honesto, cabal, cumplidor de la palabra empeñada

Leal y agradecido y valiente hasta la temeridad, ese eran los tintes distintivos de Peña

Gómez, de un alma noble, no existió en él espacio nunca para el odio, por eso perdonó las

mayores ofensas y altero planes contra éste, prisionero de sus ideas, tenía principios


cardinales irrenunciables, como también lo era el compromiso de representación y su

matrimonio con los sectores populares, porque nunca se encumbró, y siempre fue orgulloso

de sus orígenes humildes y de negritud.

Como padre, siempre fue responsable

Afectuoso, pero estricto en la formación, siempre nos daba consejos y nos llamaba la

atención cuando entendía que no hacíamos lo correcto, no nos dejó nada material, porque

nada tenía, sin embargo nos dejó un legado de rectitud, de la que toda su descendencia se

siente orgullosa, reconozco para que no me lo tengan que decir mis críticos que algunos,

como quien esto escribe, no somos poseedores de las innatas condiciones de mi progenitor,

pero con mayor pragmatismo siempre fui crítico de la mansedumbre y del desinterés de mi

padre, puesto que llevó al poder a gente que hizo de todo, hasta traicionarlo y apostrofarlo,

después de que los llevó ahí y cuál fue el pago recibido, en eso discúlpenme, porque así se

lo hice saber, en vida en múltiples reuniones a papá, mis profundas diferencias.

Impertérrito nunca le temió a la muerte

Si cuidaba con celo su impronta, para cuando cerrara los ojos como solía decir, se sabía de

un liderazgo formador, ideológico y ético, por eso cuidó sus acciones y compromisos, con

el objetivo de que ninguna mancha dañara su prístina existencia, nada lo envaneció ni las

pompas, ni el oropel, y mucho menos el dinero, ya que siempre uso las colaboraciones, para

ir en auxilio de sus compañeros o de cualquier ciudadano que se le acercó y le solicito

ayuda, generoso, todo lo daba, y nada se guardó para sí, porque siempre vio la plata como

un medio más, no como un fin.

En este recuento le hago conocer como era el padre a quién tanto amo, de cuyas

reprimendas recibí en algunos momentos, pero del que llegué a ser uno de sus principales

colaboradores, porque siempre me escuchó con atención, y del cual logré, por mi consabido

pragmatismo y vínculos extrapartidos, me consultara para temas delicados e importantes.

Está fresca en mi memoria ese fatídico 10 de mayo de 1998, cuando cumpliendo

instrucciones de papá establecía contacto con las fuerzas externas, para su apoyo electoral

en mi calidad de Director de Relaciones Interpartidarias de la campaña, cuando en la

explanada del parque Eugenio María de Hostos, donde hice presencia, ya que se celebraba

un acto de la JRD, coordinada por mi hermano Tony, y se me acercó un compañero para

decirme que mi padre estaba grave, al enterarme salí raudo y veloz para la casa de Cambita,

con una especie de pálpito voceador de malas noticias, al sentir que ya papá no estaba en el

mundo de los vivos, al llegar molesto a la casa por no enterarme antes de la situación,

porque su cuerpo estaba sin vida, y le reclamé a su compadre y asistente, mi buen amigo

Enrique Gil, por qué no se me había llamado, me explicó que temprano me había mandado

a buscar, pero que mi celular no le entraba, al pasar las horas, mi padre, sabiendo el

desenlace que le esperaba, prohibió que me llamarán para que no lo viera agonizante, tal

vez, porque sabía que mi corazón no aguantaría esa pérdida, e hizo su último gesto de amor

hacia un hijo, protegerlo más allá de la vida, al saberlo perdoné de inmediato el

ocultamiento, y lo entendí por la consabida bonhomía de papá, él conocía que su gordito no

soportaría tal pesar, al verlo en sus últimos hálitos de vida.


Ninguno de sus hijos ni de sus discípulos le cargamos la maleta a José Francisco Peña

Gómez, es muy pesada la carga que lleva en ella, querer emular su ejemplar vida es tarea

ciclópea que por mezquinos intereses, ninguno hemos logrado, nos dividimos y cada quién

tomó su camino, unos con el resentimiento de saber que muchos lo traicionaron desde que

los encumbró en el poder, y solo los humildes le fueron leales siempre, otros solo les

utilizaron, y todavía solo lo utilizan para hacerse del poder en su nombre que tiene tras de sí

una aureola mágica de seguidores, que le creen inmortal y que desean serle leal a sus

principios y legado, hoy sus discípulos están en todos los litorales, ¡y, qué bueno sea así!,

porque con nuestras diferencias, la mayoría le amamos, e inspirados en su memoria,

hacemos política recordando su complicidad de clase con los más desposeídos.

Para los que no lo conocieron, solo le puedo decir, que su carismática presencia es tema de

conversación diaria en cualquier mentidero de la República, sus sacrificios para legarnos

vivir en democracia es el mayor aporte de papá, me alegra que muchos han oído hablar de

él, y que deseen ser como él, que desafió al destino y se labró un camino de éxitos, y,

también, por qué no decirlo, de espinas.

A 27 años de su ida al mundo de lo ignoto, puedo sentir el orgullo de ver como sus ideas

permanecen, porque aunque no llegó al cargo de Presidente de la República, es recordado y

admirado más que muchos Presidentes que hoy son de triste recuerdo, él que fue el más

grande líder de masas de la República Dominicana, no se equivocó cuando prefirió mil

veces su sitial en la historia que el ostentar el más alto cargo público, sabía que el liderazgo

tenía jerarquía frente a los desvaríos de los que acarician el poder, y así lo expresó José

Francisco Peña Gómez con sus palabras, citó “ El liderazgo legítimo es un don de Dios, que

no se compra con dinero ni se aprende en las universidades, los estudios académicos y el

dinero pueden fortalecer el liderazgo, nunca sustituirlo”.

Por José Francisco Peña Guaba

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