Esta semana el Partido Popular de España quiso aprovechar el final del ‘reality’ llamado
"El país de las tentaciones", para producir un video con inteligencia artificial para criticar al
gobierno español por su supuesta lujuria y corrupción, en la que involucró, nada más y nada
menos, a la República Dominicana, en la que es catalogada como “La isla de las
corrupciones".
En el video aparecen recreadas y disfrutando de placeres en balnearios en este país
caribeño, figuras políticas importantes de España, como el presidente Pedro Sánchez, su
esposa, Begoña Gómez; José Luis Ábalos, su expareja Jessica, el empresario Víctor de
Aldama, Francina Armengol, Koldo García, el fiscal general del Estado, Álvaro García
Ortiz; Santos Cerdán y el ministro Ángel Víctor Torres, como fruto de la presunta
corrupción y lujuria del gobierno español.
En el video se llama o califica a República Dominicana como "la isla de las corrupciones”,
parodiando al popular reality show “La Isla de las Tentaciones”, debido a las “supuestas
malas andanzas” de funcionarios y otras figuras del Gobierno español.
Desde Bruselas, Pedro Sánchez dijo que no había visto el video, pero pidió disculpa porque
un partido de su país involucrara en la política de España a la República Dominicana, y,
además, por llamarla "Isla de la corrupciones".
“Pido perdón a la República Dominicana y a los dominicanos y dominicanas por este vídeo
tan vergonzoso al que tendrán que dar respuesta quienes lo han publicado”, dijo.
De su parte, el portavoz del Partido Popular en el Congreso, Miguel Tellado, pidió también
perdón a la República Dominicana y señaló que ya ha sido retirado el video de sus redes
sociales.
El Gobierno Dominicano, a través de la Cancillería, dijo en un comunicado: "lamentamos
este agravio gratuito que no refleja la histórica relación de fraternidad entre ambas
naciones". "El Gobierno dominicano ha sido reconocido internacionalmente por sus
notables avances en el fortalecimiento del Estado de derecho y la transparencia".
"Es inaceptable la instrumentalización de la imagen del país, desnaturalizando sus símbolos
patrios, y peor aún, con fines relacionados con asuntos internos de la política española",
expresó la Cancillería a través de la red social X.
Sobre el particular, pienso que independientemente de que la Cancillería tiene razón de que,
en un conflicto político de otro país, la República Dominicana no debe estar envuelta, ni
deben ser utilizados sus símbolos patrios para esos fines, lo cierto es que el calificativo de
"la isla de la corrupción", a los dominicanos no les cae nada mal, o, mejor dicho, les viene
como anillo al dedo.
Pese, a que si bien es cierto que algunos informes se dice que el país ha mejorado en los
índices de transparencia, no es menos cierto que la República Dominicana sigue siendo un
paraíso para la corrupción.
Aquí todos los partidos que han pasado por el poder son corruptos, uno más que otros. En
esta media isla no se persigue la corrupción como debe ser, aunque en los últimos 4 años
mejoró algo, pero no lo suficiente. Pero, lo peor de todo es que a los tribunales les da brega
condenar a un corrupto, y si lo hacen, es porque a quien le toca, tiene mucha mala suerte.
En este pedazo de tierra el poder atrae a los malos y daña a los buenos. Los que gobiernan
se creen que hay que tomar todo el poder, que el poder hay que aplicarlo y que el poder es
para siempre.
Por igual, algunos de los ex presidentes han dicho que “la corrupción se detiene en la puerta
de mi despacho”, que no saben que estaban rodeados de corruptos, y que esas acciones no
son penales, sino “indelicadezas” o “faltas administrativas”.
Así es que creo, que no debe haber ofensas por la imputación del Partido Popular de
España, sino, agradecerle que promovió a la República Dominicana, en esa parte, tal como
es.
Incluso, creo que el Ministerio de Turismo debe aprovechar ese creativo slogan pegajoso,
que sin querer, el Partido Popular de España creó y nos regaló, para promocionar a la
Republica Dominicana, porque después de todos somos "la isla de las corrupciones",
aunque la verdad duela.
Por David R. Lorenzo
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