ROMA.- Aunque los “azzurri” por segunda vez consecutiva no participaron en el Mundial de Qatar, una verdadero desastre para los tifosi, en verdad, algo de presencia italiana siempre hubo y hay.
¿Por qué? Porque la famosa copa dorada de 36,8 centímetros de alto, que llegó esta madrugada al país junto a los campeones, es “made in Italy”. Aunque es un dato poco conocido, en Paderno Dugnano, pequeña localidad al norte de Milán, hay una fábrica de paredes rosa, bastante anónima como otras de esa zona industrial, donde nació el codiciado trofeo.
Allí se levanta GDE Bertoni, una empresa líder en diseño y manufactura de copas, medallas y trofeos de todo tipo –olímpicos, UEFA, Champions League y demás-, que en verdad se remonta a un pequeño taller del centro de Milán que fundó en 1938 Eugenio Losa. Como este fue creciendo con el pasar de los años, la compañía, donde actualmente trabajan unas 12 personas, después se mudó y estableció su cuartel general en las afueras, pero no cambió su filosofía artesanal.
“Cada producto, desde el más pequeño al más glorioso, es realizado con máximo cuidado y producido para alcanzar el nivel de calidad más alto”, explicó a LA NACION Paolo Vezzoli, fotoperiodista italiano que hizo un reportaje sobre el backstage de la Copa del Mundo.
El trofeo fue diseñado en 1970 por el escultor milanés Silvio Gazzaniga (1921-2016), que trabajaba en la empresa Bertoni como director artístico. Como ese año Brasil ganó por tercera vez la Copa Jules Rimet en el Mundial de México y por reglamento el trofeo quedaba definitivamente en manos de la selección verdeamarela, la FIFA tenía que hacer realizar otra copa. Así, se lanzó un concurso abierto a todos los artistas del mundo y, entre 53 propuestas distintas, fue la de Gazzaniga la elegida. Tal como describió este artista, que al ganar semejante concurso saltó a la fama mundial, la copa representa la alegría, el júbilo y la grandeza del atleta en el momento de la victoria: dos futbolistas estilizados que, felices, sostienen al mundo entero.
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