Las organizaciones patrióticas, partidarias, sociales y ciudadanas, que suscribimos esta declaración pública ante la nación y el mundo, nos hemos dado cita en este recinto sagrado del Panteón de la Patria, para conmemorar el 178 Aniversario de la histórica Manifestación de los Pueblos del Este de la Isla de Santo Domingo.
Ese documento trascendental, lamentablemente poco difundido en el presente, consigna cabalmente el enorme cúmulo de agravios y horrores, que por veintidós años, impuso la brutal dominación haitiana, a la entonces débil comunidad nacional dominicana, tras esta intentar sin éxito, lograr la afirmación de su propio destino, con la gesta fallida que se ha conocido como la Independencia Efímera, liderada por José Nunez de Caceres.
También, la Manifestación de los Pueblos del Este de la Isla de Santo Domingo, formuló la visión original de los principios de libertad y democracia, que inspirarían la República que nacería semanas después, un Glorioso 27 de Febrero, y que ha sabido abrirse paso de la mano de la Providencia en grandes gestas patrióticas, en el concierto de las naciones, venciendo no pocos obstáculos y vicisitudes, claudicaciones y traiciones.
Propiamente, dicha Manifestación puede considerarse como la expresión más señera de la unidad del pueblo dominicano, antes de la proclamación de la Independencia el 27 de Febrero, donde líderes de todas regiones y de todas las inclinaciones políticas e ideológicas, decidieron unir esfuerzos, primero para asegurar la separación jurídica y política de un dominio oprobioso y opresor de Haití , y luego para dar paso a una República independiente, libre y soberana, bajo el lema sacrosanto de Dios, Patria y Libertad. Pero, además , existe amplio consenso entre los historiadores del constitucionalismo dominicano, que ese documento tiene el eminente valor de una protoconstitucion, y que, por tanto, constituye, junto al proyecto de Constitución de Juan Pablo Duarte, parte integral de la Constitución Histórica de la dominicanidad.
Hoy y aquí, queremos reafirmar nuestra determinación de defender los intereses permanentes de la República Dominicana- su soberanía y autodeterminación, su integridad territorial y demográfica, su identidad nacional y cultural-, que se encuentran amenazados como nunca antes por la profunda crisis de desintegración que padece la nación haitiana, crisis que se agrava día a día por la actitud irresponsable y cínica de actores decisivos de la Comunidad Internacional, que no terminan de asumir un compromiso serio para el rescate y reconstrucción de Haití en Haití. Esos poderes, no terminan de entender la imposibilidad absoluta de una solución dominicana a los gravísimos y dolorosos problemas de Haití, ni los riegos que plantean, al provocar una compleja crisis que con seguridad, tiene el potencial de desestabilizar toda la isla de Santo Domingo y la Región del Gran Caribe.
Hoy por hoy, en el año del Bicentenario del inicio de la Dominación Haitiana, un número creciente de nuestros conciudadanos sienten aprehensión al padecer, no los naturales procesos de migración entre naciones con desarrollo desigual, sino nueva y progresiva ocupación haitiana- un desbordante éxodo sin retorno, que postra al Estado y sus instituciones-, con todas las secuelas negativas que eso implica para los destinos nacionales. Sienten que se exponen a graves e irreparables pérdidas de las conquistas que en todos los órdenes hemos alcanzado, generación tras generación, al precio de muchas luchas y de ingentes sacrificios y afanes.
En consecuencia, formulamos un ferviente llamado a todos los dominicanos y dominicanas de corazón, a constituir un poderoso movimiento patriótico de gran unidad nacional, más allá de los partidos y banderías políticas, que con la gracia de Dios, luche con valor y sin desmayos por salvar la Patria de los peligros que le acechan, de rescatarla a tiempo-como dijera nuestro fundador y guía imperecedero, Juan Pablo Duarte-, “de caer en el infierno” en que la han venido colocando, “los ateos, los cosmopolitas y los orcopolitas”. Asimismo, este esfuerzo de unidad patriótica nacional será preciso como medio de evitar o amortiguar los impactos desquiciantes de la dramática conjunción de crisis globales, regionales e insulares en curso. Inspirados en Duarte, “trabajemos sin descanso, confiando en Dios, en la justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos”. Duarte Vive en el Corazón de los Dominicanos.
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