Pelegrín Castillo Semán
Hay mucha gente despotricando contra el Congreso y los políticos. El derecho a desahogarse debe ser reconocido, pero hay que recordarle que “la fiebre no está en la sabana”. Hay un sistema político partidario degradado, articulado a un sistema funesto, de negocios extractivos de rentas, que está haciendo una crisis terminal…
Lo grave es que la mayoría de los actores no ven el cuadro completo; ni están en priorizar. Se están mirando el ombligo, obviando lo más importante, que son las crisis externas-mundiales, regionales e insulares-, que nos pueden destrozar como nación si fallan los liderazgos que deben unificar o cohesionar …
El sistema político partidario-clientelar,
populista, patrimonialista-, es insostenible, está haciendo agua, degradando el Estado, gravando la economía y la sociedad con cargas cada vez más onerosas, pero superarlo nunca será tarea fácil, pues son las estructuras extractivas de rentas que lo sostienen y reproducen…
Todas estas crisis que vemos en AL y aquí, deben mucho a la disfuncionalidad de las elites o clases dirigentes, que no asumen con todas las consecuencias que son responsables de impulsar proyectos nacionales fuertes e integradores de todos y para todos. Prefieren acomodarse a los designios de los poderes foráneos, o a las modas ideológicas, sin pensar su nación como tarea histórica …
La premisa de la política populista, paternalista, que con facilidad deviene en autoritaria, es que “la gente no entiende”, que no vale la pena intentar convencer ni persuadir, sólo manipular sus expectativas y explotar sus debilidades. Por eso degenera sin cesar el quehacer público. Pero es un gran error: hay una sabiduría, un inteligencia natural, un instinto insíto en el pueblo sencillo…y tan importante es que el pueblo confíe en sus líderes como que los líderes confíen en su pueblo. Sin confianza recíproca sólo habra parálisis, dispersión y derrumbe…
Los factores de crisis externos e internos a los que nos enfrentamos son tantos y tan peligrosos, que deberíamos prepararnos para periodo especial, con mucha austeridad y racionalidad, priorizando las metas nacionales de contar con alimentos, combustibles, medicamentos y armamentos…
En las presentes circunstancias, lo único racional es reducir sustancialmente impuestos y cargas, ampliar base, achicar tamaño el Estado y sus regulaciones innecesarias, fortalecerlo y reorientarlo hacia sus fines esenciales, atraer inversiones aprovechando el reordenamiento de las cadenas de suministro globales, afianzar seguridad alimentaria, energética, sanitaria y fronteriza …
Si la mayoría de los dominicanos y sus dirigentes tuvieran plena consciencia de lo que fuerzas poderosas viene preparando en Haití, con designios malévolos, criminales, estuvieran concentrados todos a una en levantar la defensa nacional. Nada hay más prioritario…
Cada día es más evidente la conspiración criminal para imponer la “solución dominicana” a problemas de Haití Estado Fallido. El pueblo dominicano debe prepararse para una lucha de resistencia a la ocupación inducida. El Gobierno de Luis Abinader debe iniciar cuanto antes el Muro, y el pueblo debe decirle No al plan maldito…
Hay mucha gente que quiere llegar a las posiciones de mando y autoridad en el gobierno, pero tienen poca o ninguna consciencia de lo que es Estado, Nación, Patria, Soberanía y Autodeterminación, Democracia, Constitución, Servicio Público…Compromiso Histórico o Sentido Trascendente…
Cuando la crisis del sistema político partidario se agudiza, cuando el barniz democrático se descascará, cuando las máscaras caen, en las elites disfuncionales aumenta la tentación del autoritarismo, el convencimiento de qué hay que ir “al gobierno fuerte”, “a la mano dura”, cuando lo que procede es fomentar la unidad, y la transformación a fondo, auténtica, que demuestre que no somos “una finca con pasaporte”, sino una nación histórica, pequeña pero digna, con derecho al propio desarrollo…
Todas las grandes dictaduras han surgido inspiradas en un fin de salvación o regeneración del pueblo, la clase, la raza o la humanidad. La gran mayoría de sus auspiciadores sienten que lo hacen con fines altruistas, después viene el gusto de infundir horror como método, con cualquier motivo o pretexto.
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