Sepesa Curuki y su hija Lupe. La familia está desconsolada por dejar sus tierras ancestrales, pero su hogar ya no es seguro después de haber sido golpeado por frecuentes ciclones intensos, inundaciones y erosión
Australia – Sepesa Curuki y su comunidad van aceptando poco a poco una reubicación de su aldea, Cogea, en la segunda isla más grande de Fiyi, Vanua Levu. Su comunidad, que se encuentra entre dos ríos que desembocan en el océano Pacífico a solo dos kilómetros de distancia, ha sido golpeada por cada vez más frecuentes e intensos ciclones, inundaciones y erosión que amenazan su propia existencia.
“Estamos desconsolados por tener que dejar nuestra tierra ancestral, pero para sobrevivir, debemos trasladarnos a un lugar seguro”, dijo a IPS este maestro de escuela de 36 años por teléfono, mientras retumbaba de fondo el sonido de la lluvia torrencial.
“Nuestra comunidad unida de 72 personas ha experimentado tres ciclones tropicales severos en un año. El ciclón Harold en abril de 2020, el ciclón Ana en enero de 2021 causaron inundaciones extremas, y el ciclón Yasa en diciembre de 2020 consumió por completo 23 de las 37 casas de la aldea. No quedó ni un solo poste en pie”, explicó.
Las casas restantes, “incluida la nuestra, sufrieron una destrucción generalizada”, explicó Curuki, que ahora vive con su esposa, su madre, dos hermanos y cuatro hijos en una casa de concreto de dos habitaciones y una tienda de campaña”.
Fiyi, un país de 300 islas que no alcanza el millón de habitantes, aporta 0,006 por ciento de las emisiones mundiales de carbono y se convirtió en el primer país en ratificar el Acuerdo de París de 2015. Pero, junto con sus otros vecinos de las islas bajas del Pacífico, está experimentando los efectos catastróficos del cambio climático que se desarrolla rápidamente en su territorio.
“Las lluvias intensas han provocado deslizamientos de tierra y el estallido de la ribera del río, inundando y dañando gravemente los cultivos, nuestra única fuente de sustento. En mi vida, nunca he visto nada como la destrucción causada por el ciclón Yasa”, acotó por el altavoz Timaima, la madre de Curuki, de 63 años, mientras cortaba yuca (tapicoa) y taro (Colocasia esculenta) para el almuerzo.
Por eso, explicó, “la mayoría de los aldeanos viven ahora en tiendas de campaña esparcidas por los restos cubiertos de fango de lo que una vez fue un pueblo próspero con verdes fincas de sus cultivos de tuberculos”.
Una cuarta parte de la población de las islas del Pacífico vive a menos de un kilómetro de la costa. Cuando se avecina la próxima temporada de ciclones de la región, en octubre, la gente de Cogea está esperando la reubicación con aprensión y urgencia.
Fiyi había publicado sus directrices de traslado de la población en 2019, que establecían que “la reubicación planificada representa una opción de último recurso”. La movilidad humana se prevé como un tema prioritario de seguridad humana y seguridad nacional en la Política Nacional de Cambio Climático 2018-2030 del país.
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