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¿Pueden las ciudades seguir creciendo de forma ilimitada?

 


Juan Manuel Ros García, Profesor Titular del Área de Proyectos Arquitectónicos, Universidad CEU San Pablo

Como un presagio, hace ya cincuenta años (en 1971), el libro Los Angeles: The Architecture of Four Ecologies del crítico inglés Reyner Banham analizaba de forma innovadora las relaciones que se establecían entre los habitantes y la ciudad, como un lugar de complejas interconexiones.

Contra la ortodoxia establecida del Movimiento Moderno, en dicho libro, la ciudad se estudiaba de acuerdo a cuatro subsistemas topográficos:

  • la zona de las playas (surfurbia),

  • la red de autopistas (autopía),

  • las llanuras, y las colinas con sus grandes mansiones.

Sobre cada uno de ellos actuaban las variables de geografía, clima, economía, demografía, técnica y cultura.

Sólo un año más tarde, en 1972, el mítico informe Los límites del crecimiento hablaba también de evitar riesgos ecológicos previsibles si no se coordinaban urgentemente todos los factores de crecimiento de las ciudades según la densificación residencial. El objetivo era no romper el equilibrio y así buscar una proporcionalidad sostenible. Así se evitaría el consumo impulsivo del suelo. Casualmente, en su versión actualizada del 2004, el informe pronosticaría un fatal desenlace para el año 2020. Las predicciones llevan tiempo cumpliéndose.

Hacia el colapso de las ciudades

Según recientes informaciones del Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas, se espera que para el año 2050 casi el 70 % de la población mundial viva en las ciudades.

El aumento de las poblaciones en busca de nuevas oportunidades, ejerce una enorme presión sobre la ciudad. Es de tal magnitud que el gran reto global se plantea actualmente en términos de evitar el colapso “multiorgánico” del sistema con medidas eficaces que permitan la interacción responsable de los habitantes con el medio ambiente y su conservación.

La realidad es que tan solo el 13 % de las ciudades del mundo cuentan con viviendas asequibles. Algo más de 800 millones de personas habitan precariamente en barrios marginales. Las cifras no paran de alarmar y ponen aún más en peligro el ya difícil equilibrio actual del ser humano sobre el planeta Tierra.

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