A principios de agosto tres personas fueron gravemente heridas en un tiroteo a plena luz del día cerca de un centro comercial en Kristianstad, en el sur de Suecia.
El mes anterior, un policía era acribillado mientras patrullaba en un suburbio de Gotemburgo, la segunda ciudad más importante del país.
Pocos días después de aquel evento, que ya había consternado a la sociedad sueca, dos hombres encapuchados irrumpieron en una barbería de la misma ciudad para dispararle diez veces a un joven cliente, antes de huir.
Estos son sólo tres de los más de 180 incidentes con disparos que ha registrado la policía en lo que va de año.
En la década de los 90, Suecia era una de las naciones más seguras de Europa, con una envidiable calidad de vida y bajísimos índices delictivos; hoy se ha convertido en la capital continental de los tiroteos.
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